"La vida es como un examen de matemáticas. Te plantea problemas sin solución pero que debes resolver para seguir adelante"

miércoles, 21 de octubre de 2015

Las personas que me echan una mano

En la vida nunca vamos a estar solos, pues siempre habrá alguien que nos ayude cuando más lo necesitemos, ya pueda ser un familiar, un amigo, o cualquier persona con la que mantengamos una buena relación. Estas personas intentarán alegrarnos, y muchas veces lo conseguirán, haciendo todo lo posible para echarnos una mano. Estas son cinco de las personas más importantes para mí.


Esta es la mano que me dio la vida: la mano de mi madre. Esta es la mano que me dio de comer, que me cuidó y que me ha dado todo su amor desde que nací. Mi madre lo ha dado todo por mí, y lo seguirá haciendo cuando entre en Bachillerato, en la Universidad, cuando me case, e incluso cuando discuta con ella. Ella me da consejos cuando los necesito, me ayuda cuando me encuentro mal y siempre se preocupa de mí. Es verdad que a veces me peleo con ella, pero por muchas peleas que haya siempre será mi madre, y la querré como ella me quiere a mí. 


Esta es la mano que junto con la de mi madre ha estado conmigo desde el principio: la mano de mi padre. Mi padre se preocupa sobre todo por mis estudios, y desde que era pequeño me ha enseñado a leer, escribir, y ha hecho todo lo posible por fomentar mi curiosidad a seguir aprendiendo. Él siempre me está corrigiendo y me da consejos que aparentemente me parecen absurdos, pero tras pensarlos me ayudan mucho en todos los aspectos de mi vida. Me lleva al colegio, al entrenamiento de baloncesto y adonde haga falta, y por ello es tan importante para mí, porque se esfuerza, a veces demasiado, y todo por mi bien.


Esta es la mano con la que he vivido y crecido bajo el mismo techo durante toda mi vida: la mano de mi hermano. Mi hermano nació dos años después de mí, y los dos compartimos numerosas aficiones que nos gustan: jugar al baloncesto, a los videojuegos, leer, aprender, y muchas otras cosas que no solo nos unen como hermanos, sino también como amigos. Como todo hermano, a menudo discutimos y nos peleamos hasta el punto de no dirigirnos la palabra, pero tras dos o tres partidos de FiFa nos reconciliamos y seguimos jugando como si nada hubiera pasado. Es la persona que me ha acompañado en la mayor parte de mi vida.



Esta es la mano que siempre está dispuesta a ayudarme en caso de que lo necesite: la mano de mi abuela. A mi abuela la considero mi segunda madre, pues me da todo su amor y cariño cuando mis padres están trabajando u ocupados con algún asunto. La veo casi todos los días, pues al salir del colegio voy a su casa, donde me da de comer y me acoge con una sonrisa. Hace lo que sea por mi hermano y por mí, y pocas veces da un no por respuesta a lo que le pedimos. Por muchos disgustos que mi hermano y yo le demos, ella siempre acaba con una sonrisa y un cariño que nos alegra y nos anima. Me quiere como una madre, y yo a ella la quiero tanto como a la mía. La foto está hecha sobre una raqueta de juguete porque decía que así estaba más bonito.

Por último, estas son las manos que aunque no hayan estado tanto tiempo a mi lado, me ha mostrado todo el cariño que tienen: las manos de mi primo Ernestito, de tan solo cuatro años. Desde que nació siempre hemos estado muy unidos, y me resulta imposible parar de reír cuando estoy con él. Siempre procuro enseñarle todo lo que puedo, pero aunque no lo parezca él también me ha enseñado muchas cosas, cosas que ya había olvidado. Él consigue abrir mi mente de forma que vuelva a verlo todo como un niño, y cuando estoy triste o vengo agobiado del colegio, su sonrisa y sus juegos son todo lo que necesito para alegrarme. Con solo cuatro años, es capaz de cambiarme por completo, y por ello es tan importante para mí.

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